Mittry Lake Wildlife Area

Un animal de pelo blanco iba andando tranquilamente por la zona de tierra..El sol impactaba contra su cuerpo haciendole brillar levemente..Sus pasos eran lentos,arañando la tierra..¡Qué calor hacia cojones!

Vio agua y de una zancada llego a ella,metiendo medio cuerpo y refrescandose.

Llegue en mi forma de Lobo, y me hacerque al agua para beber un poco de agua, no estava acostumbrada a estar por esos lugares tan calidos.

La pantera movio las orejas al escuchar ruido..Gente...Según pudo distinguir por su olfato..Eran concretamente una humana y un animal..No conseguia saber que tipo de animal era,pero tampoco es que le importara.

Empezó a andar lentamente hacia la zona en la que estaban..Relamiendose los colmillos..Tal vez la humana tuviera bastante carne para comer..

Segui bebiendo agua, lentamente mientras mirava mi refeljo en el agua. Levante la vista al oir alguien entrar en el agua, vi a una chica meterser en el agua. Me sente al lado del agua observando a mi alrededor

Roko llego a la zona en la que estaba la loba..La miro con desprecio y vio a un delfín revolotear..Clavo sus garras en el suelo,y con voz amenazadora,pues no sabia ni quien eran les dijo.

Fuera de mi vista escoria.

Y enseño los colmillos en una aterradora sonrisa,en modo de ataque si no se retiraban.

Conduje con mi todoterreno hasta aquel lugar aparentemente desierto. Un amigo mío me había llamado urgentemente, a su novia le estaba dando un ataque de ansiedad y no sabía si era por el asma o algo peor. Al principio pensé en que podría darle los detalles por móvil, pero decidí chequearla yo mismo.
Justo cuándo me preguntaba por donde demonios se iba a su casa, el coche dio una fuerte sacudida y se escuchó el ruído de un globo desinflándose mientras el coche perdía velocidad. Chasqueé la lengua, se me había pinchado una rueda.
Como si no fuese suficiente con eso, salí del coche para verificarlo y me cabreé aún más cuando vi aquella escena, con una mano en las caderas y la otra rascándome la cabeza. Me compadecí de mí mismo y cogí el móvil para llamar a una grúa, alejándome de allí y adentrándome cerca del lago para ver si veía a alguien que pudiese ayudarme.

Iba vestida de una forma simple y cómoda, siempre con unos jeans, deportivas cómodas y de montaña, y una simple camiseta. Llevaba recogido el pelo en una cola de caballo alta y paseaba, como siempre, por los alrededores de los territorios, intentando despejarme e intentar olvidar todos los problemas de la manada que se quedaban en el territorio.

El móvil comunicaba, así que volví a chasquear la lengua. Dejé flácidos los hombros y miré al cielo, como recriminándole algo al idiota que habitaba allí arriba. Vi por el rabillo del ojo a una persona, pero estaba demasiado lejos. De todas maneras decidí llamar tu atención.
-¡Eh, perdone!-grité intentando no parecer demasiado rudo.

Fruncí el ceño cuando escuché una voz, me había interrumpido de mis pensamientos. Gruñí por lo bajo y alcé la cabeza, para ver quién había sido el idiota que me había llamado.
Era un hombre de pelo castaño y bastante alto, pero no pude verlo bien, se tapaba la cara con sus manos para darle sombra a sus ojos y así poder ver mejor. Vi que me hacía unos gestos, así que deduje que era turista y necesitaba ayuda. Puse los ojos en blanco y me acerqué con paso lento y mis manos en jarras, pero me quedé quieta, parada en seco, cuando estuve lo demasiado cerca para reconocer a esa silueta.
-¿Desmond...? -siseé.

Sonreí cuando vi que era una chica y que se acercaba hacia donde estaba, pero no pude evitar arquear una ceja extrañado cuando se detuvo. ¿Es que acaso había pensado de pronto que no era de fiar?
-Eh... sí.-dije para mí mismo, parpadeé varias veces y grité, articulando las palabras muy despacio, pensando que no hablaría en inglés.-Me he... que-da-do tirado... en la... carretera...-dije señalando el coche varias veces y alzando las cejas.

Tragué saliva y supuse que no se acordaría de mí, de todos modos, hablarlo como solía hablar con él, como antes, ahora no tendría sentido, así que oculté mi rostro entre mis cabellos sueltos castaños y lo pasé de largo, acercándome hacia el coche mientras decía.
-No estoy sorda, no hace falta que me hables así.

Arqueé una ceja. Su voz me sonaba extrañamente familiar, aunque no le veía muy bien la cara. Decidí pasar por alto ese detalle, ya que no era un hacha recordando las caras de la gente y seguramente serían imaginaciones mías. Me froté la nuca, avergonzado y metiéndome una mano en el bolsillo.
-Lo siento... es que tengo prisa.-dije acercándome a ella.-¿Sabes algo de coches?

Hice un rodeo, mirando el coche de arriba a abajo por todos los ángulos existentes y con la cabeza agachada.
-Lo suficiente para saber que si no tienes una rueda de recambio no te vas de aquí hasta esta noche.
Miré mi reloj, aún me costaba asimilar que estaba tan cerca de él que mi pulso comenzó a acelerarse...
-No es ni mediodía... -siseé y miré al cielo con los ojos cerrados.
Dios, o me matas o haces que pase algo bueno... pensé suplicante aunque fuera la tía más atea existente.

-Vaya...-mascullé, fastidiado, y di un rodeo con ella al coche. Levantó la cabeza hacia el cielo con los ojos cerrados.-Espero que a la novia de mi amigo no le...
De pronto, una descarga eléctrica me sacudió todo el cuerpo como una bofetada. Al admirar sus facciones me di cuenta de que esa cara era muchísimo más familiar de lo que yo creía. La misma cara con la que tuve sueños agitados por la noche tras el "incidente", la misma que me había hecho cuestionar sobre la ciencia durante toda mi carrera como neurocirujano científico, la misma que había intentado bloquear mis recuerdos durante tanto tiempo...
Y sin embargo, tenía la impresión de que era una persona diferente a la que conocí aquel verano en África cuando tenía dieciocho años.
mi mirada se ensombreció y parpadeé lentamente.
-Alice.-dije no como afirmándolo ni como llamándola, ni siquiera estaba haciendo una pregunta de asombro, simplemente dije aquella palabra como si contestase a una pregunta que había formulado cuya respuesta tenía más que clara.

Fruncí el ceño aún sin abrir los ojos, y lo único que hice fue agachar la cabeza, dejando que mis cabellos volvieran a ocultar mi rostro.
Noté su tono de voz algo extraño, por lo que supuse que todo terminó en aquel viaje, de hecho, desde mi primera transformación nunca había sabido nada de él.
No me molesté en preguntarle el porqué de que no me hubiera llamado tras aquellas vacaciones.
Símplemente suspiré y di un golpecito al coche.
-Eh... a unos kilómetros de aquí hay una especie de... oásis -me refería a nuestro territorio- es lo más parecido a punto comunicado que podrás encontrar a kilómetros a la redonda.
Abrí lentamente los ojos, aún quieta y apoyando mis brazos en el coche, aunque supuse que me habia ignorado.

Tragué saliva. Me sentí inseguro, y no era por el hecho de saber quién era, si no por el plantón de aquella vez.
-Yo... esto...-hice crujir mis dedos nervioso, era una costumbre adquirida de cuando me quedaba en blanco. Carraspeé.-Gracias por la ayuda.-intenté conectar mi mirada con la suya, intentando disculparme, pero mi parte racional y científica me ordenaba salir de allí cuanto antes, aunque una fuerza mayor hacía que me quedase plantado frente a ella.

Me separe lentamente del coche, abriendo con lentitud los ojos y evitando mirarlo mientras me mordía el labio por el interior.
-Nada... -contesté, girándome y mirando al suelo entristecida.
Tantos años... seis, dicho sea de paso, seis años esperando a verlo y jamás esperé que fuera así.
Suspiré y comencé a caminar por donde había venido.

Torcí la boca. Por un instante, pensé que esa no era la chica que yo estaba pensando, de hecho si ne había inmutado cuando dije su nombre. Era... extraño, como encontrar a un viejo amigo tuyo pero que ni siquiera te esperabas y que no estabas muy seguro de querer verlo. Me di la vuelta intentando localizar el norte para encontrar el oasis, pero un movimiento de la hierba me desconcentró. Pensé que sería la chica y me di la vuelta. Me quedé petrificado al ver a un guepardo relamiéndose el hocico. Abrí mucho los ojos y tragué saliva, mirando de reojo al coche. No debía hacer ningún movimiento brusco, si lograba entrar en el coche...
Sin previo aviso, el guepardo se lanzó hacia mí y ahogué un grito, rodando en el asfalto mientras el animal rugía y me clavaba las garras en la camiseta.

Ya estaba a unos cincuenta metros de distancia cuando escuché con mi sentido del oido avanzado algo crujir en la seca tierra. Al escuchar un grito, me giré sobre mis pies, ceñuda, y ésta vez con rapidez y vi la escena. Un guepardo y, dudo mucho que fuera cambiante, ya que por aquí cerca habían muchos animales salvajes con nuestro mismo aspecto, lo atacó.
Si era un cambiante, y era de los Wild Winds, no dudaría mucho en hacerlo añicos.
Comencé a correr a gran velocidad hacia él, sin pensarlo, aunque una parte de mí deseaba ignorar al animal y dejar que cenara de él. Y, tras dar un salto, en el aire me convertí en mi forma animal, lanzándome contra el animal salvaje y enzarzándonos en una pelea de gatas, hembra tenía que ser... Yo era mucho más cabezota, lo siento...
En una de estas, me mordió la pata derecha con tal fuerza que me la dejó bastante mal y nos miramos frente a frente, le gruñi con fiereza y pareció obedecer, se fue con la cabeza agachada.
Mi forma animal se tumbó sobre la tierra y, tras pasar unos segundos, volví a convertirme en mi forma humana.
Alcé mi muñeca a la altura de mi rostro y pude ver una profunda herida en ella que derramaba sangre.
Estaba dándole la espalda a Desmond, otra vez sintiéndome entristecida ante su presencia y comencé a lamerme la herida, ya era constumbre a veces actuar como un animal.

Estaba en el suelo, observando aquella pelea entre animales, aunque sabía perfectamente que uno de ellos era humano... aunque no quería admitirlo. Con los ojos desorbitados, intenté eludir la realidad de la única manera que sabía: huyendo físicamente de allí. Olvidando que el todoterreno me había dejado tirado, corrí sin sacudirme la tierra de mi ropa impecable a mi coche, cerrando la puerta tras de sí y agarrando con firmeza el volante, mirando al frente como si de verdad estuviera conduciendo y suspirando profundamente. No... no podía ser... había ignorado aquello tanto tiempo...

Me levanté poco a poco del suelo y, cuando estuve de pie, eché mi flequillo hacia atrás con mi mano no-herida y fruncí el ceño cuando vi a Desmond metido en el coche y mirando al frente.
Me acerqué, aún con cara de inocencia, porque en ese momento era de todo menos los deribados del antónimo de inocente.
Me acerqué al coche, para mirarlo por última vez y bajé la cabeza, entristecida, decidiendo irme de allí, como antes había decidido, así que me puse a caminar tras pasarlo de largo mientras me manchaba la camiseta blanca de la sangre que derramaba mi muñeca herida.